Wannablood y yo

El Wannablood es una realidad. Ya llegó desde las lejanas tierras alemanas. Yo no les había contado, pero el Wannablood y yo somos pareja. En estos días que me he perdido he estado con él, enseñándole un poco la ciudad y por el momento lo tengo trabajando en mi plantación, y en los ratos libres le saca plata a la gente con sus dotes de políglota (léase enseñando idiomas).

Hasta ahora se ha portado bien, aunque no niego que en ciertos momentos tuve mis dudas, pero parece que todo se va retornando a la normalidad y calma, y hasta chocolates tengo de sobra para mis amigos.

¿Cómo es Wannablood? A ratos como la foto, a ratos más cariñoso, muy dedicado y trabajador, también lava los platos y limpia cuando puede...Me pide que le enseñe lo del negocio para ayudar, pero ahí sí que no lo vinculo del todo.

Wannablood tiene su propio cuarto en la madriguera. Es un adicto a la zanahoria chocolatada rellena de sangre, y su defecto más grande es que en vez de hablar suele gritar un poco.

He vuelto les digo. Sólo que ahora estoy un poco más ocupada que antes, porque Wannablood me necesita, pero eso será hasta que se acostumbre y pueda salir solo a saltar y atacar al común denominador de la sociedad...aunque está muy latinoamericanizado para mi gusto.