Me huele a azufre
Hoy terminé de leer "Once Minutos" de Paulo Coelho. Ya había leído antes "El Alquimista", y la verdad no es que sea mi escritor favorito, pero para pasar el rato está bien.
En "Once minutos" a una chica le rompen el corazón varias veces y un día descubre la masturbación y le parece tan buena que piensa "porque necesitar de un hombre para obtener placer, si esto es maravilloso y no duele"...claro que después de toda la filosofía de la joven, a la pobre la convierten en prostituta y hasta sadomasoquismo le toca probar...todo eso para luego encontrar al amor de su vida que para colmo de males es pintor, rico, con problemas sexuales...y ya saben como termina la historia (Happy End). No es mi estilo de lectura, pero al menos entretuvo.
El libro tiene muchos datos históricos, eso sí. Algunas páginas están dedicadas al análisis del sadomasoquismo, cómo algunos piensan que se puede llegar al placer mediante el dolor, incluso los pasajes religiosos de aquellos que por adorar a Cristo se flagelaban para sentir la salvación. En ese momento me acordé por qué abandoné la religión Católica.
Yo solía ir las mananas de los domingos con mi papá muy temprano a la Iglesia y aunque me moría de sueno y me caía mal el cura, iba no porque mi papá me obligase (no era de esos), me gustaba salir de la casa agarrada de su mano y caminar veinte minutos así...conversando en el trayecto con él.
Cuando entraba a la Iglesia, el lugar me daba miedo. El Exorcista, La Profecía y todas esas clases de películas me encantan; pero una Iglesia me da miedo, mucho miedo...creo que sólo una vez se lo comenté a Dael. No puedo ver alguna imagen religiosa, odio a la Narcisa de Jesús y el arte colonial que un día me hizo salir corriendo de un museo.
Mientras todos cerraban los ojos para pedir perdón a Dios por los pecados y se golpeaban el pecho, yo los tenía bien abiertos, no me agachaba, permanecía sentada viendo a mi alrededor todos esos santos con esas caras de sufrimiento y sí rogaba a Dios para que eso acabara.
Lamentablemente tuve que hacer la primera comunión, pero desperdicié valioso tiempo de mi adolescencia en el catecismo, ya que no lo aprobé. El cura colombiano que nos tomó la prueba oral final, por poco y me pregunta que color era el calzón de María Magdalena...no supe responder a unas de sus preguntas rebuscadas, me mandó a repetir el curso de catecismo y yo lo mandé al *?()/=`?)``.
Mis padres no se hicieron problema y cómo en el colegio me pidieron el certificado de bautismo y primera comunión...un día a los 10 anos me bautizaron y a la semana siguiente mi mamá pagó en una escuela de unas primas de Durán para que me permitieran hacer la primera comunión. Esa es toda la vida católica que tuve. Desde ese día no he vuelto a pisar la Iglesia (salvo un par de veces cuando a mi mamá se le ocurrió organizar una misa a mi papá y hermana, por el primer mes de sus muertes), porque creo que huele a azufre, y no soy yo, talvez algún tipo a mi lado olvidó ponerse desodorante, pero así me huele; y decidí que no hay mejor religión que la que uno fomenta consigo misma...Creo en Dios sí, pero a mi manera.
En "Once minutos" a una chica le rompen el corazón varias veces y un día descubre la masturbación y le parece tan buena que piensa "porque necesitar de un hombre para obtener placer, si esto es maravilloso y no duele"...claro que después de toda la filosofía de la joven, a la pobre la convierten en prostituta y hasta sadomasoquismo le toca probar...todo eso para luego encontrar al amor de su vida que para colmo de males es pintor, rico, con problemas sexuales...y ya saben como termina la historia (Happy End). No es mi estilo de lectura, pero al menos entretuvo.
El libro tiene muchos datos históricos, eso sí. Algunas páginas están dedicadas al análisis del sadomasoquismo, cómo algunos piensan que se puede llegar al placer mediante el dolor, incluso los pasajes religiosos de aquellos que por adorar a Cristo se flagelaban para sentir la salvación. En ese momento me acordé por qué abandoné la religión Católica.
Yo solía ir las mananas de los domingos con mi papá muy temprano a la Iglesia y aunque me moría de sueno y me caía mal el cura, iba no porque mi papá me obligase (no era de esos), me gustaba salir de la casa agarrada de su mano y caminar veinte minutos así...conversando en el trayecto con él.
Cuando entraba a la Iglesia, el lugar me daba miedo. El Exorcista, La Profecía y todas esas clases de películas me encantan; pero una Iglesia me da miedo, mucho miedo...creo que sólo una vez se lo comenté a Dael. No puedo ver alguna imagen religiosa, odio a la Narcisa de Jesús y el arte colonial que un día me hizo salir corriendo de un museo.
Mientras todos cerraban los ojos para pedir perdón a Dios por los pecados y se golpeaban el pecho, yo los tenía bien abiertos, no me agachaba, permanecía sentada viendo a mi alrededor todos esos santos con esas caras de sufrimiento y sí rogaba a Dios para que eso acabara.
Lamentablemente tuve que hacer la primera comunión, pero desperdicié valioso tiempo de mi adolescencia en el catecismo, ya que no lo aprobé. El cura colombiano que nos tomó la prueba oral final, por poco y me pregunta que color era el calzón de María Magdalena...no supe responder a unas de sus preguntas rebuscadas, me mandó a repetir el curso de catecismo y yo lo mandé al *?()/=`?)``.
Mis padres no se hicieron problema y cómo en el colegio me pidieron el certificado de bautismo y primera comunión...un día a los 10 anos me bautizaron y a la semana siguiente mi mamá pagó en una escuela de unas primas de Durán para que me permitieran hacer la primera comunión. Esa es toda la vida católica que tuve. Desde ese día no he vuelto a pisar la Iglesia (salvo un par de veces cuando a mi mamá se le ocurrió organizar una misa a mi papá y hermana, por el primer mes de sus muertes), porque creo que huele a azufre, y no soy yo, talvez algún tipo a mi lado olvidó ponerse desodorante, pero así me huele; y decidí que no hay mejor religión que la que uno fomenta consigo misma...Creo en Dios sí, pero a mi manera.
4 Comments:
*ejem*
a mi me prometieron aventuras de Eminem.
¬¬
*ejem*
ya...ya...esas ya llegan!!
Tú sabes que yo también le tengo pánico al arte religioso. He aprendido a no salir corriendo, pero ganas no son las que faltan. Y entiendo perfectamente lo de mantener los ojos abiertos mientras los demás están en la otra dimensión. E igual tengo fe. Creo que botarían de la iglesia, de no ser porque todavía no me encuentran reemplazo. Pero lo bueno es que sé que Dios no tiene intenciones de botarme, con eso me sobra y me basta.
(¿Has comprobado que el olor no se deba a alguno de tus intentos de cocina?)
En mi herejía tengo cierto placer de entrar en las iglesias, de preferencia cuando no hay una misa de por medio; hay arte religioso chévere.
Mi niñez la pasé en una escuelita católica con su muy tierna forma de ver la pedagogía a golpes, pero no fue precisamente aquello lo que me alejó de la iglesia. No tengo nada en contra de las creencias de los Testigos de Jehová, pero sí contra su sacrílega práctica de despertarme a las 8am de un domingo para escucharlos monologar sobre sus creencias.
De Coelho y sus bestsellers mejor no hablo; cuando escuche hablar del Zahir siempre mi referente será Borges.
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