Bien raro es. Soy alguien que no está muy acostumbrada a eso de andar de noviecitos, de la manito, y todas esas cosas que encierra el amarrarse con alguien; pero supongo que a todos nos llega, es como una nube grande y medio oscura que se nos posa encima de la cabeza, es como un gas maligno que alguien libera en un tren concurrido, es como el ántrax, como el baygon para los mosquitos, como droga de la trucha.
Al comienzo se siente bonito, no lo dudo. Después uno va viendo todo lo que encierra, lo que conlleva involucrar a alguien en nuestras vidas, se van encontrando más defectos, a veces irreparables, y poco a poco te das cuenta que te hace prisionera, que tus actos ya no son los mismos, te olvidas de los amigos, de escribir en el blog.
Uno se siente raro, como flotando (sin haber consumido). La zanahoria sabe más dulce de lo normal o a veces se agría al punto de ser intolerable. El equilibrio se pierde y vives de las esperanzas.
Me gustaría ser como infalible a estas cosas. Ahora ando en busca de cura inyectable para eso, tengo a todos los conejos de mi laboratorio experimentando con mis plantitas del patio trasero de la madriguera.
De las experiencias se aprende, creo.