Porqué los conejos somos orejones
El domingo leyendo "LA Revista" me encontré con un artículo denominado "La cuentacuentos de Palenque". Normalmente lo hubiese pasado por alto porque quien lo escribió no es devoto de mi lectura, pero me llamó la atención.
Ya por la mitad, me encuentro con la razón del porqué los conejos somos orejones, o al menos así se dice en Palenque.
Según la cuentera, antes los conejos no éramos orejones. Todo empezó cuando uno de mis parientes se quejó ante Dios por ser demasiado pequeño, entonces Dios le dijo que si quería ser más grande debía traer como desafío, un colmillo de serpiente, un colmillo de cocodrilo, un cacho de buey y un casco de pezuña de burro...pero como todo buen pariente mío, los conseguió por la izquierda. Así que ya pues, el de arriba se enojó y mientras le estiraba las orejas de un jalón, le dijo: "Si así eres de mentiroso y bandido ahora que eres chiquito, ¿cómo serás de grande?" Así fue como del estirón el conejo se hizo orejudo.
Auch!! Pobre de mi pariente. O sea, para mí Dios fue injusto. Mi pariente estaba en su derecho de reclamar, y encima que lo manda a conseguir esas cosas difíciles, así como si el cocodrilo, el buey o el burro iban a dárselos gustosos, viene este con sus manototas y me le da tremendo halón al conejito, y así me lo deja. Y claro, las generaciones venideras hemos pagado también.
Dios tiene esa mala costumbre. Lo mismo hizo con Adán y Eva...los que venimos después pagamos las consecuencias...no pues, así no se puede.
Ah, y otra cosa. Ahora me he dado cuenta que si ven a alguien actuando medio raro, o con los ojos rojos, o parece fumadote, entonces enseguidita me echan la culpa a mí o a los polvitos...faltaba nomás. A tí te digo Lindasam.
Ya por la mitad, me encuentro con la razón del porqué los conejos somos orejones, o al menos así se dice en Palenque.
Según la cuentera, antes los conejos no éramos orejones. Todo empezó cuando uno de mis parientes se quejó ante Dios por ser demasiado pequeño, entonces Dios le dijo que si quería ser más grande debía traer como desafío, un colmillo de serpiente, un colmillo de cocodrilo, un cacho de buey y un casco de pezuña de burro...pero como todo buen pariente mío, los conseguió por la izquierda. Así que ya pues, el de arriba se enojó y mientras le estiraba las orejas de un jalón, le dijo: "Si así eres de mentiroso y bandido ahora que eres chiquito, ¿cómo serás de grande?" Así fue como del estirón el conejo se hizo orejudo.
Auch!! Pobre de mi pariente. O sea, para mí Dios fue injusto. Mi pariente estaba en su derecho de reclamar, y encima que lo manda a conseguir esas cosas difíciles, así como si el cocodrilo, el buey o el burro iban a dárselos gustosos, viene este con sus manototas y me le da tremendo halón al conejito, y así me lo deja. Y claro, las generaciones venideras hemos pagado también.
Dios tiene esa mala costumbre. Lo mismo hizo con Adán y Eva...los que venimos después pagamos las consecuencias...no pues, así no se puede.
Ah, y otra cosa. Ahora me he dado cuenta que si ven a alguien actuando medio raro, o con los ojos rojos, o parece fumadote, entonces enseguidita me echan la culpa a mí o a los polvitos...faltaba nomás. A tí te digo Lindasam.