23 de noviembre
Que yo sí tengo suerte. Estoy chira y quiero ir al concierto de Oasis y el chiste cuesta cuarenta euros con 30 centavos, los cuales no sé si gastar porque analizando la situación a lo mejor no me convenga. Entre tanto alemán alto y borracho seguramente no alcanzaré a ver nada, me ganaré pisotadas, embarradas de cerveza y hasta morboseadas gratis...así que no sé.
Por otro lado, estoy emocionada porque me voy de vacaciones a Espana, ya sé que no es nada del otro mundo, mejor sería ir a Grecia o Inglaterra, pero uno debe ser práctico y caer donde le den alojamiento, y ya pues, lamentablemente el griego no está en Grecia en este momento, y como no se ha reportado, espero que haya caído en aguas rusas.
Pero hay que ser positiva. Ahora estoy haciendo mi último curso de alemán en tierras nazis, luego 20 días de vacaciones en la madre patria, y después un regreso esperadísimo desde Madrid a Guayaquil...el aire ya me huele a libertad y arroz con menestra y carne frita, a patacones (se nota que tengo hambre) a cerveza pilsener y ceniceros estrellándose en la cara de diputados corruptos, pero sobre todo a buenos amigos y reencuentro familiar.
Alemania ya siente mi partida. El clima ha comenzado a enfriarse, y se apura a mostrarme cosas que no había notado antes de este país. Estoy visitando poco a poco lugares a los que no había ido, leyendo cosas que no entendía, hasta viendo noticias en la tele, escuchando a representantes de partidos políticos discutir, en fin, después de todo no ha sido un ano tan malo. En cuanto a la familia con la que vivo, no sé si está triste o feliz, aunque creo que Katharina sí me extranará.
Mientras tanto me toca seguir estudiando y asistiendo a clases de alemán entre 14 rusos, 2 iraníes, 1 turco y una chica de Guinea Bissau que es con la única que puedo decir me identifico, porque habla portugués...el resto es pura Perestroika.
Por otro lado, estoy emocionada porque me voy de vacaciones a Espana, ya sé que no es nada del otro mundo, mejor sería ir a Grecia o Inglaterra, pero uno debe ser práctico y caer donde le den alojamiento, y ya pues, lamentablemente el griego no está en Grecia en este momento, y como no se ha reportado, espero que haya caído en aguas rusas.
Pero hay que ser positiva. Ahora estoy haciendo mi último curso de alemán en tierras nazis, luego 20 días de vacaciones en la madre patria, y después un regreso esperadísimo desde Madrid a Guayaquil...el aire ya me huele a libertad y arroz con menestra y carne frita, a patacones (se nota que tengo hambre) a cerveza pilsener y ceniceros estrellándose en la cara de diputados corruptos, pero sobre todo a buenos amigos y reencuentro familiar.
Alemania ya siente mi partida. El clima ha comenzado a enfriarse, y se apura a mostrarme cosas que no había notado antes de este país. Estoy visitando poco a poco lugares a los que no había ido, leyendo cosas que no entendía, hasta viendo noticias en la tele, escuchando a representantes de partidos políticos discutir, en fin, después de todo no ha sido un ano tan malo. En cuanto a la familia con la que vivo, no sé si está triste o feliz, aunque creo que Katharina sí me extranará.
Mientras tanto me toca seguir estudiando y asistiendo a clases de alemán entre 14 rusos, 2 iraníes, 1 turco y una chica de Guinea Bissau que es con la única que puedo decir me identifico, porque habla portugués...el resto es pura Perestroika.
3 Comments:
Eso de la comida lo entiendo a la perfección... Nada como un buen encebollado luego de una larga ausencia de la tierrita que nos vio nacer...
Sí, un encebollado, o una guatita, o un ceviche de camarón... o un cuy.
No le des ideas. Ni guatita ni cuy, Al. Ni lo sueñes.
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